Dame tu cálida sonrisa
Para que amanezca la noche
Y caiga con la brisa en tu mirada el
frio del sol.
Bríndame una caricia con el toque de
tu ausencia
Para darle vida a la magia pérdida.
Regálame la locura que te adorna en un
pistilo
Para que florezca una nueva musa en
vilo.
Y así entre dar, brindar y regalarme
Hagamos de ti con mi alma perdida, una
nueva vida;
Como aquellas que una vez alimentaran
los sueños
De una Princesa y su eterno Plebeyo,
Forjaran el medallón del Etra y las
cáligas
Que me hicieron eterno Guerrero y
Peregrino,
Poeta de cálida pluma y Rey de reyes.
Un alma encantada en el Calabozo de mi
risa,
Que se enamore de mi mosaico
palidecido.
Una nueva vida bautizada entre el
eclipse de mi luna
Con su locura y elocuencia:
Atina, la niña encantada de mis
memorias